Al enfrentarnos a decisiones de carrera, es común buscar claridad y certeza mediante listas de pros y contras. Este método, aparentemente lógico para tomar decisiones informadas, a menudo termina en listas olvidadas que acumulan polvo, o en la elección de un camino simplemente porque una lista es más larga que la otra, o porque un pro o contra nos atrae sin razón aparente.
Es crucial recordar que lo que es relevante para una persona puede no serlo para otra. Incluso para la misma persona, las prioridades pueden cambiar con el tiempo. Algo que en un momento era innegociable puede volverse secundario en otro momento de su vida laboral.
No digo que abandonemos completamente el uso de pros y cons, ya que podemos encontrar cierto valor allí. Lo que sí sugiero son las siguientes consideraciones:
Definición de prioridades: antes de empezar a pensar en pros y cons, lo que me parece fundamental es reflexionar sobre qué es lo más relevante para nosotros. Esto puede variar dependiendo de nuestras metas y circunstancias personales. Por ejemplo, algunos podemos priorizar el aprendizaje y la realización personal percibiendo un ingreso mínimo y necesario para cubrir necesidades básicas. Otros buscamos algo que ya sabemos hacer bien y somos reconocidos por nuestra expertise con una remuneración tal que también financie otras actividades que nos interesan fuera de ese ámbito. Cada opción es válida y nos llevará por caminos diferentes frente a oportunidades similares.
Aceptación de las pérdidas: Es crucial entender que cada decisión implica una pérdida. Aunque en algunas circunstancias podemos ser creativos y ganar en dos aspectos que nos parecen críticos, muchas veces decidir implica aceptar que hay algo que vamos a dejar de lado. Avanzar y explorar a pleno la decisión que tomamos implica saber que, al menos por ahora, dejamos ir lo otro.
Comparación de oportunidades: Al comparar oportunidades, es útil que los pros y los contras incluyan implicancias en la vida fuera de lo laboral. Es decir, debemos considerar cuáles serían las consecuencias de una u otra opción de forma holística.
Evaluación de los pros y contras: También es esencial considerar cuán inamovibles son los pros y contras. ¿Existe alguna forma de mitigar los contras? ¿Hay pros que están en riesgo ya que dependen de algo más?
Frecuencia de reflexión: Finalmente, es recomendable establecer una frecuencia de reflexión sostenible. Aunque hay momentos en los que nuestro propio cuerpo nos dice: “hay algo que no está funcionando”, planificar un espacio para pensar sobre la experiencia que elegimos y qué necesitamos modificar nos permite no estar constantemente dudando de si lo que elegimos es o no lo que realmente queremos. En estas reflexiones, es importante preguntarnos si, en función de lo aprendido, necesitamos un cambio gradual o más significativo en nuestro camino.
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